La decisión de qué frutos consumir depende de la ubicación geográfica de las poblaciones de aves, como este Tucán Andino Encapuchado (Foto: Michael Blendinger). Esta información es relevante ante el actual escenario de cambio climático global que lleva a que muchas poblaciones deban vivir cerca o fuera de lo que eran sus límites de distribución.
La selección natural puede conducir a que las especies seleccionen una dieta que optimice su ingesta de energía. Sin embargo, las condiciones locales, como el estrés ambiental, podrían acentuar la presión para optimizar la dieta. Ello puede resultar en cambios geográficos en la coincidencia de rasgos entre consumidores y recursos, por ejemplo, entre el tamaño del pico de un frugívoro y el de los frutos que consume. Para poner a prueba esta idea, un equipo internacional de investigadores, entre ellos Pedro Blendinger del Instituto de Ecología Regional, reunieron un conjunto de datos a gran escala de consumo de frutos por 97 especies de aves registradas en 126 sitios de estudio en seis continentes.
El estudio se centró en cómo las aves seleccionan los frutos que consumen, especialmente en los márgenes de sus rangos geográficos. Los márgenes de un rango geográfico son las áreas más alejadas del centro de distribución de una especie, donde las condiciones ambientales suelen ser más extremas y menos favorables. Los resultados muestran que las aves cuya dieta depende en mayor medida de los frutos, tienden a elegir aquellos que coinciden más estrechamente con el tamaño de su pico cuando se encuentran en estos márgenes. Este comportamiento no se observa en aves que tienen dietas más variadas o que son menos dependientes de los frutos, las que pueden complementar su dieta con otros tipos de alimentos.
La razón detrás de esta selección es que, en condiciones más estresantes como las que se encuentran en los límites geográficos, es crucial para la supervivencia maximizar la eficiencia en la ingesta de alimentos. Al elegir frutos que se ajustan mejor al tamaño de su pico, estas aves podrían consumirlas más fácilmente, volviéndose más eficientes en obtener energía de cada fruto. Este proceso no solo es vital para la supervivencia de las aves en condiciones estresantes; también tiene implicancias importantes para la dispersión de semillas. Las plantas cuyas semillas son consumidas tienen mayores posibilidades de ser dispersadas en nuevas áreas, lo que puede influir en la estructura y dinámica de los ecosistemas.
Los hallazgos del estudio apoyan la hipótesis de que los mayores costos energéticos cerca de los límites de distribución geográfica de las especies obligan a las aves frugívoras a optimizar su dieta consumiendo los frutos más rentables, es decir aquellos que se ajustan más estrechamente al tamaño de su pico. Estos hallazgos son importantes en el contexto actual del cambio climático, ya que se espera que los cambios globales provoquen cambios y contracciones en las áreas de distribución de las especies, obligando a muchas poblaciones a vivir cerca o fuera de sus límites de distribución históricos.