Pero… ¿qué queremos celebrar el día del animal?
Desde el IER estamos comprometidos con entender el mundo que nos rodea. Sin embargo, esto no es tarea fácil, los humanos habitamos el planeta Tierra con una cantidad enorme de otras especies animales y ni siquiera podemos comunicarnos con ellas o entender cabalmente cómo perciben su entorno.
En este día del animal queremos llamar a la reflexión sobre el concepto de compartir el planeta. Así, como muchos de nosotros (no todos vivimos la misma realidad) tenemos la suerte de tener una casa, comida, amigos y seres queridos, los animales también tienen esto. Las hormigas tienen su hormiguero que cuidan y defienden a punta de mordeduras, las orugas doblan hojas verdes para enmarcar su capullo, y los quirquinchos excavan sus cuevas para pasar la noche y arroparse del frío. Las aves pueden formar pareja de por vida. Construir su nido de a dos y hasta con ayuda de sus otros hijos y, tanto hembra como macho, crían y alimentan a los pichones, desde que están en el nido, hasta cuando salen. Los osos meleros, osos hormigueros y monos cargan a sus crías todo el día mientras se desplazan por el bosque, como quien las llevara en un hermoso fular de pelos. Pero…esta humanización de los animales es un poco irresponsable. No debemos querer y cuidar a los animales porque se parecen a nosotros. Debemos respetarlos y entender que en esas diferencias yace lo más maravilloso: la diversidad. Esa diversidad que permite estructurar selvas majestuosas o adaptarse a una vida desértica sin agua por años, respirar bajo el agua o volar de un hemisferio a otro. Esa diversidad que habla de la pluralidad de la vida y, que el ser humano solo representa una manifestación más de esa diversidad.
Por ello, aprovechemos este día del animal para reflexionar sobre quiénes somos, cómo queremos vivir y compartir el planeta con otros seres vivos. A fin de cuentas, ¡es nuestro día también, pues somos animales!