En un esfuerzo colaborativo internacional, un grupo de científicos, incluyendo a Mariano Ordano, investigador del Instituto de Ecología Regional (IER), publicaron un nuevo estudio en la revista PeerJ. El foco de esta investigación está puesto en la polilla del cactus Cactoblastis cactorum, o “polilla sudamericana de los cactus” o “palomilla del nopal”. Se trata de una especie invasora que se ha expandido por África, Asia, Australia, el Mediterráneo, Caribe y Norteamérica, más allá de sus fronteras naturales en América del Sur , amenazando la biodiversidad de los cactus del género Opuntia y los intereses comerciales de la especie domesticada Opuntia ficus-indica.
Utilizando un enfoque interdisciplinario que combina modelado de nicho ecológico y análisis genéticos poblacionales, el estudio identifica barreras ambientales clave que limitarían la expansión de esta especie. Los resultados revelaron una estructura genética formada por seis grupos genéticos separados por relieves montañosos, salinas y humedales, principalmente al oeste de la ecorregión del Chaco Seco. Los modelos de nicho ecológico demostraron que la adecuación ambiental de esta área se define principalmente por características climáticas y del suelo, como la temperatura y humedad del suelo, contenido de carbono en el suelo y variación de la precipitación.
Este estudio aclara cómo los factores ambientales pueden influir en la estructura genética de las poblaciones de especies invasoras en su área de origen, y enfatiza la importancia de comprender las interacciones entre el clima, el suelo y las especies invasoras para predecir su potencial de expansión habiendo considerado variables poblacionales en la distribución de origen. Los resultados de la investigación tiene aplicaciones para el modelado del riesgo de invasión en otras regiones del mundo. Con el cambio climático modificando rápidamente las condiciones ambientales globales, trabajos como este permiten anticipar y mitigar las amenazas a la biodiversidad y a los ecosistemas agrícolas. La investigación demuestra el valor de los enfoques interdisciplinarios en ecología y genética del paisaje para enfrentar problemas complejos de conservación y gestión de especies invasoras, contribuyendo a nuestra capacidad para proteger los ecosistemas nativos y las especies amenazadas.